¿Por qué lo nuestro no funcionó?
Me he planteado esto trescientas mil veces. Y nunca he sido capaz de conseguir una respuesta. Al menos no una respuesta que quisiese oír, algo que saciase las ganas con las que me quedé tras tu adiós. Una respuesta que me dijese que esto era un hasta luego, no un adiós. Que me pusiese en el papel del héroe que lucha por las causas perdidas y que terminaría conquistándote.
Es muy fácil pensar que las piezas de este rompecabezas en cualquier momento nos pueden volver a encajar, un sencillo cruce en un determinado momento y lugar. Puede que dentro de unos años, cuando ni nos acordemos el uno del otro. Un simple cruce de miradas, y que la chispa vuelva a encenderlo todo. La utopía de volver a ser algo más que dos desconocidos que un día sintieron algo el uno por el otro.
Cada vez que me hago esta pregunta, llego a esa fantasía. A esa gilipollez de fantasía.
Volviendo a la pregunta, he buscado tu esencia en los besos de otras. Alguna usaba el mismo perfume, otra el mismo peinado y otras, sencillamente, me hicieron sentir una cuarta parte de lo que me hiciste tú. Y tras este estudio de mercado buscando respuestas en las bocas de otras, no llegué a ninguna conclusión. Bueno sí, que los besos vacíos son como un libro malo, incapaces de hacerte sentir nada ni de brindar algún momento que merezca la pena recordar.
Y sinceramente, pienso que nunca voy a encontrar esa respuesta. Creo que me perdí la escena de nuestra película en donde lo explicaban. Imagino que estaría atontado mirándote sonreír, como siempre. Y quizás puede que por ahí esté la respuesta. Puede que yo fuese tan rápido que me faltó pista, y que a ti te dio vértigo tanta velocidad.
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