(Si aún no has leído la primera parte, PINCHA AQUÍ)
+Hola (Le dije con una voz tan temblorosa que solo la recuerdo salir de mi boca el primer día que expuse para toda mi clase de la universidad).
–Hola (Me contestó con cara de sorpresa. La entiendo, no es normal que un desconocido en traje se dirija a ti a no ser que sea para venderte algo).
+Llevo un rato observándote desde allí y me pareces la chica ideal para pedirte consejo. Necesito una opinión femenina (me estaba muriendo de la vergüenza).
– Sí, claro, ¿de qué se trata? (Algo extrañada, pero con pinta de ser muy simpática)
+ Soy nuevo en Madrid, y quería preguntarte por algún sitió que esté bien para tomar café con una chica (la primera y más estúpida pregunta que se me ocurrió).
Ella me dijo un par de sitios interesantes por el centro, y estuvimos hablando sobre ello un par de minutos, y se lo agradecí.
– De nada (sonriéndome)
Y quedó durante un par de segundos un silencio incómodo que parecieron dos siglos. Hasta que de repente, saqué el móvil de mi bolsillo, y le dije titubeando:
+ Mira, la verdad es que esto es la primera cosa que se me ha ocurrido para venir a hablar contigo. Estoy muerto de vergüenza, pero me pareces una chica guapísima, y tras hablar contigo me has parecido muy interesante, y quiero conocerte más.
Ella se pone algo roja y no dice nada, se me queda mirando en silencio.
+ Vamos a hacer una cosa, vamos a ir juntos al pub que me has recomendado, y si es tan guay como me decías todo ilusionada, te invito yo al café.
(Justo en ese momento suena la voz del metro indicando que nos acercamos a la próxima parada).
Ella mira al techo, en silencio, pensándoselo durante 5 segundos, que se me hicieron eternos. Y sonriéndome me dice “vale”. (Jamas olvidaré esa cara diciéndome «vale«…)
Le cojo su mano y le doy mi teléfono. Le digo que apunte su número y que la llamaré. De repente, noto que estamos ya parando. Me pongo nervioso y no consigo desbloquearlo con las prisas. Ella me dice «rápido, me bajo aquí«. Se abren las puertas, no nos daba tiempo. Me devuelve el teléfono sin apuntar su número, y me termina diciendo, «lo siento pero tengo que bajarme aquí ya» con cara de ligera tristeza. Y la veo salir… Se cierran las puertas, y nos quedamos mirándonos y despidiéndonos con la mano levantada.
Me siento en mi sitio. Si solo le hubiese hablado unos segundos antes…Una vez más, se me ha escapado algo por miedo, por dudar cuando hay que actuar.
¿Por qué las personas tenemos tanto miedo? El misterio del ser humano. Le tenemos más miedo a hablarle a una persona que nos llama la atención que a hacer un viaje de 200 km en coche que es el triple de peligroso… Algo estúpido, y sobretodo, real…
Si por casualidad lees esto, sabrás que soy yo…
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Foto tomada de Flickr.com de Sergio Pili
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BUENISIMA! Gran historia! Me ha encantado! 😀
Muchas gracias! Me alegra que te guste 🙂
Wow! Qué historia! Qué cierto tu último párrafo! Ojalá fuera valiente más a menudo… Ay. Me alegro que hayas escrito esto, está genial 🙂
Me alegra mucho que te guste. Muchas gracias por leerme Marieta 😉