Me considero alguien que va a por lo que quiere. Sin temores ni excusas. Y lo consigue, siempre. Pero tú…
Tú eres distinta. Lo eres porque apareces, con tu vestido de enamorar, tu pelo de princesa de cuento, los labios pintados de rosa felicidad, y esa forma de ponerte tan contenta cuando suena tu canción favorita, alzando el tercio al cielo y saltando. Y me gustas. Todo de ti. Y no te conozco. Pero me muero de ganas por ello. Y me jode mucho la vergüenza que me haces sentir, porque yo no soy así…
Y te juro que sueño con acercarme y decírtelo, tal cual. Desde que yo también soy de beber Desperados como tú, hasta que creo que eres la chica que irradia más alegría en 50 kilómetros a la redonda. Que no sé nada de ti, y estoy deseando descubrirlo todo. Quiero saber qué te da miedo, con qué sueñas cuando cierras los ojos antes de dormir. Brindar contigo, por cualquier excusa que nos haga olvidar lo puta que puede llegar a ser la vida. Pero tengo demasiado miedo a cagarla. Y quizá ese es tu truco, me haces sentir que no todo se puede controlar, que la vida se resume en un «alza el tercio por el presente, que el futuro ya verá».
Y joder… Quizá acercarme, y decirte que pese a que me está comiendo la vergüenza, me muero por saber que se esconde tras esa chica que desafía a la vida con una sonrisa.
Quizá hoy.
Quizá mañana.
Quizá nunca…
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¡¡Me ha encantado!! Bonita reflexión. Esos quizás que dolores de cabeza provocan…la mejor aspirina: la valentía. Hay frases muy buenas, felicidades Fran!!
Muchas gracias. A veces es una putada hablando mal sentirse así… El remedio es la valentía como tú dices. Gracias por pasarte compañera 🙂