Me apetece escuchar música nueva. Algún grupo de los que no conoce nadie y suenan genial. Así es más fácil convertirlas en canciones mías. O tuyas. Yo que sé… Me van a terminar recordándome a ti. Seguro. Porque a través de canciones se dice mucho, y quizás eso casi compense nuestro nada. Como las que sabes que duelen y aun así das al play, fundiéndote lentamente en una combinación de recuerdos, nostalgia y dolor. ¿Y qué poético suena eso verdad? Pues es una mierda. Maldigo a los cantautores que parece que escriben música en tu nombre. O los bendigo. ¿Por qué copa voy?
Me apetece viajar. Conseguir trabajo en una ciudad nueva, lejos de donde vivo. Irme sólo con mis sueños y mis desdichas. Empezar de cero. Tomarme un tercio con la primera chica del bar que vea con corazón en obras y sueños por diseñar, a ver si esta vez podemos ser príncipe y princesa, rojo y roja, te quiero y te quiero.
Me apetece un amigo nuevo. Un compañero de conquista de bares y borracheras de victoria. Conocer un amigo que me saque a punta de cerveza de mi casa un martes de esos tontos que me da por no sentirme bien. No sé. Me apetecen muchas cosas.
Foto de: Matthew Wiebe
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