Algún día, cuando reúna fuerzas y me falte inspiración, voy a poner una foto nuestra delante de mí. Esa en la que te abrazo por la cintura, y tú sonríes tanto que a la felicidad le dan celos de que no la necesitemos estando juntos, porque ya la creamos nosotros.
Lo siento, pensando en esa foto no he podido ponerla delante. Me voy a desangrar, sí… allá voy.
No sales especialmente arreglada. Llevas tu larga melena morena alisada, una chaqueta vaquera clarita que hace contraste con la oscuridad de tus ojos, y unas converse que tienen tantas guerras juntos como las veces que te las has quitado para invadir mi cama.
Mi abrazo y tu sonrisa podrían haber sido el mejor monumento de la ciudad. Una pena que ningún escultor con ganas de pasar a la historia nos viese esa noche, para que nos hiciese una estatua a la altura de lo que sentíamos. O al menos de lo que yo sentía. Menos mal que me gusta escribir, y sobre todo, menos mal que me gusta joderme a base de escribirte.
Quizás no debería haber hecho esto… ¿Qué pasó? ¿Qué cojones pasó? Lo peor de todo es que parece que ninguna chica va a conseguir ser especial para mí. Para querer a alguien, hay que dejar de querer a la persona anterior. Y tú estás atrincherada bien a dentro a base de recuerdos bonitos e ilusiones rotas. No lo sé… puta foto. Quizás la borre algún día. Quizás…
Foto de: Pier tomada de Flickr.com
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